Tema viejo: el futuro del periodismo. O la vuelta a lo bueno, o la mentira para todos, o lo que sea.

(esta vez no hay links, no hacen falta. Solo este, el análisis de un contador de buenas historias)

Vídeos, fotos, gráficos animados… Interacción también. Todo eso dicen que es el periodismo del futuro, el digital, el no lineal… Yo digo que eso es una mentira.
Wikileaks es una página normal, no está bien diseñada ni tiene grandes atractivos, pero es periodismo y su interfaz está pensada con sencillez y para ser navegada sin complicaciones.
Se pueden enviar informaciones anónimas, luego verificadas claro; se pueden buscar datos en infinidad de documentos; o se puede navegar en los seleccionados por la organización como los más importantes. Todo sin publicidad, solo donaciones, sin ataduras.
Algo de viejo y algo de nuevo. Y el punto de todo esto: en el futuro los periodistas deben volver a la calle, como se dice. No retuitear los discursos políticos, sino averiguar qué hay detrás. Eso interesó e interesa.
Podrán tomar mejores fotos, hacer la lectura más entretenida, hacer un super informativo o una mega página llena de cosas. Deberá quedar aparte lo más importante: no hay que dar mucho, sino poco pero bueno… Además, como no hay problemas de espacio, habrá que ofrecer el resto a disposición del que lo quiera (y contando una buena historia, real), todo los documentos y datos que se pueda. Hoy eso solo sucede con las cosas que no molestan.
El futuro no serán redacciones muy bien organizadas para que papel, web, diseñadores y programadores convivan. Serán cubículos como hoy, donde habrá menos dependencia, porque habrá más financiadores, no solo los grandes. Vendrá poco dinero de muchos lados.
Confío en la gente, sé que pagarían (no mucho, pero algo) por saber mejor dónde viven y escoger mejor a sus políticos. Por recibir un buen consejo para saber qué película ver o para escoger un libro.
Me imagino periódicos como conglomerados de blogs, mezclados con microbloging y gente que trabaja a veces desde su casa, a veces en la redacción, pero que se mueve, que no se encierra. Quiero pensar que vivirán de la publicidad, pero tendrán tantos anunciantes -de nuevo, que paguen poco-, tantos clientes y tantos lectores que ninguno de ellos les podrá condicionar: ni la multinacional podrá mentir sobre sus ganancias y atropellos; ni los políticos podrán ocultar sus vergonzosas mentiras; ni la gente podrá pedir solo entretenimiento. Y los jefes no se entrometerán, porque nadie les obligará a hacerlo.

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