Blumen, flores, 鲜花 y lirios

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De pequeño aprendí que las flores nacen, crecen y mueren. Como nosotros, pero más rápido, y algunas con más belleza. Blumen, en alemán, flowers. En chino se escribe 鮮花. Lo que no cambia es el olor, la alegría que casi siempre dan: en un funeral, embellecen el ataúd.Cuando mi mamá me dio a luz, me contó que lo primero que vio fue un ramo de lirios que mi  papá le había comprado. Pensaba que yo iba a ser su segunda hija. Me iban a llamar Lili, pero tuvieron que llamarme Guillermo, y fui su segundo hijo. Unos años después, gracias a esas mismas flores conocí a Lili, mi primera novia. Guapa, inteligente y amante del cine.

Le gustaban las rosas, los claveles, pétalos blancos, rojos y amarillos. Las flores nos unieron, nos dieron alegría y nos separaron: Lili me dejó el día de San Valentín, porque se enfadó al no recibir ningún regalo mío. Algo que no era cierto, le compré algo, pero el repartidor se equivocó y dejó el arreglo floral en la casa de un vecino.Podemos tocarlas, olerlas –una aplicación permite percibir olores a través del ordenador-, verlas y enviarlas con un clic, gracias a la web. Créanme, darle al florista una dirección por escrito es más seguro que dictársela cara a cara o por teléfono. Al menos a mi -y desde lo que pasó con los lirios-, se me eriza la piel cuando veo un formulario web donde indicar un número de casa y un nombre de calle. Hasta una pantalla de ordenador se pueden convertir en algo bonito con las flores, ¿no?

 

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